Un suelo con vocación vitícola está o debería de
estar muy lejos de un suelo agrícola de calidad. Los suelos vitícolas de
calidad son suelos heterogéneos y pobres, poco profundos y bien drenados
haciendo que el agua esté presente de forma limitada.
Como resultado las vides que crecen en suelos
vitícolas de calidad presentan un vigor débil y un rendimiento moderado, además
de tener una parada vegetativa o agostamiento auto-inducido y equilibrado. De
este modo el proceso de maduración será mejor y el estado sanitario de la
planta será correcto ya que la planta presentará una masa vegetal equilibrada.
Antiguamente cuando el alimento escaseaba las
tierras fértiles se destinaban a cultivos de regadío y de cereal, mientras que
las tierras de secano, pobres y con suelos poco profundos o excesivamente
pedregosos se destinaban al cultivo de la vid.
Habréis llegado a la conclusión de que no es
casualidad que en esas zonas encontremos los mejores viñedos, esos que producen
uva de excelente calidad y por tanto darán vinos con mucho potencial.
Estos viñedos son los que disfrutan del suelo vitícola ideal.
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